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Cuando se
construye un emisario, los ingenieros tienen especial cuidado en la colocación
de esos enormes caños -uno tras otro-, para garantizar el paso adecuado de las
sustancias, hasta su evacuación. Jesús formó doce hombres que fueron
continuadores de la obra, sin esta labor,
todo hubiese terminado. Las Escrituras también mencionan como contraste a
Teudas, éste empezó un movimiento que quedó reducido a nada (Hechos 5:36).
No
es difícil comprender que si la iglesia permaneció hasta hoy es porque siempre
hubo quien ganó y adiestró discípulos, tarea que se debe caracterizar por la
repetición de las verdades esenciales del evangelio. Todo debe ser recordado a
fin de poder aplicar las enseñanzas de Jesús.
La iglesia subsistió
más de dos mil años por la comunicación oral y demostrativa de la verdad.
El discipulado asegura la continuidad de la
iglesia, se trata de una labor que se dedica exclusivamente a las personas. Urge
la necesidad de reafirmar entre nosotros las relaciones con propósito. No
descuidemos esta verdad tan preciosa.
Los
discípulos son el único legado válido, de otra manera seremos sombras fugaces,
sin pena ni gloria. En los funerales, comúnmente dicen: “¡Qué buen hombre fue
fulano!” pero, ¿Entrenó algún propagador de la obra? La mejor inversión que podemos hacer en el
reino de Dios es dejar discípulos que involucrados en la gran comisión (Mateo
28: 18/20)
Oscar Gómez