Un cristal más frágil
La mayoría de los hogares tienen un aparador donde se guardan
las copas de vidrio y de cristal más fino, es un sector muy reservado, que
generalmente no está al alcance de los niños. El apóstol Pedro les dice a los
esposos que deben tratar a sus mujeres como a “vaso más frágil”, como una copa
de cristal, con delicadeza, porque de otra manera se corre el riesgo que se
quiebren. El marido también es un vaso frágil, pero la esposa es “más frágil”.
“Vosotros maridos, igualmente, habitad con ellas
sabiamente, dando honor a la mujer, como a vaso más frágil, y como a herederas
juntamente de la gracia de la vida; para que vuestras oraciones no
sean impedidas” 1° Pedro 3:7
El mar de cristal
¿Cuántos anhelan acercarse a Dios? ¿Cuántos dicen que
están delante de su presencia? Noten lo que las sagradas escrituras expresan:
“Y delante del trono había como un
mar de vidrio semejante al cristal; y junto al trono, y alrededor del trono,
cuatro seres vivientes llenos de ojos delante y detrás” (Apoc. 4:6)
Delante del Trono de Dios
hay un mar de vidrio semejante al cristal. Allí, cerca de Dios, todo es frágil,
es delicado. Al acercarnos a su presencia tenemos que dejar de lado las actitudes
bruscas, palabras ofensivas, la violencia en todas sus formas, las asperezas, los
gritos, porque ese mar de vidrio puede romperse, quebrarse.
“El material de su muro era de jaspe; pero la
ciudad era de oro puro, semejante al vidrio limpio” (Apoc. 21:18)
La ciudad celestial, la nueva
Jerusalén es semejante al vidrio limpio. ¿Por qué como “vidrio limpio”? Porque
las relaciones entre los componentes de esta comunidad están sanas, intactas,
transparentes, limpias, sin manchas ni sombras.
En síntesis:
Examinemos por un momento con están las
relaciones con nuestros semejantes, sea en el matrimonio, la familia, la
hermandad en la fe, el vecindario y también aquellos que comparten nuestro
lugar de trabajo.
Si hay relaciones quebradas, “cristales
rotos”, procuremos el acercamiento, demos el primer paso. Amemos a las
personas, no de palabra sino con acciones concretas.
Cristo es el gran restaurador de
cristales rotos, él procura nuestra unidad y una sana convivencia dentro de su
pueblo ¡Colaboremos con el deseo divino!